Revientan mis fuerzas y todos mis tendones Pero hoy otra vez es como ayer Me han acorralado Me llevansonriendo a los cebos. Por los abetos pululan las escopetas Los cazadores se esconden en la sombra. En la nieve se revuelcan los lobois. Y se convierten en un blanco vivo. Es una cacería de lobos De predadores grises, de adultos y cachorros. Gritan los ojeadores y ladran los perros hasta reventar. Sangre en la nieve y señuelos rojos. Nuestras patas y mandibulas son céleres ¡Dime lider, por qué..! por qué nos abalanzamos como locos a las armas en vez de internar salir del cerco. Porque el lobo no debe, ni puede hacerlo. Ya se acaba mi tiempo. El hombre al que estoy destinado Está sonriendo y levanta el arma. Es una cacería de lobos De predadores grises, de adultos y cachorros. Gritan los ojeadores y ladran los perros hasta reventar. Sangre en la nieve y señuelos rojos. Los cazadores juegan en desventaja Pero no les tiembla la mano Cercan nuestra libertad con sus señuelos Y disparan sobre seguro. El lobo no puede romper la tradición El la infancia son sólo cachorros ciegos. Nosotros, la manada, mamamos de la loba Y nos tragamos que «a los señuelos, nunca». Es una cacería de lobos De predadores grises, de adultos y cachorros. Gritan los ojeadores y ladran los perros hasta reventar. Sangre en la nieve y señuelos rojos. Huí de la obediencia Tras los señuelos, la sed de vida es más fuerte Y a mi espalda escuché alborozado Los gritos de asombro de la gente. Estallan mis fuerzas y todos mis tendones Pero hoy no es como ayer. Me cercaron, me cercaron Pero los cazadores se quedaron sin nada. Es una cacería de lobos De predadores grises, de adultos y cachorros. Gritan los ojeadores y ladran los perros hasta reventar. Sangre en la nieve y señuelos rojos.
© Francisco L. Marrero Amador. Traducción, 2008