A lo largo del barranco, justo en la orilla del abismo Azoto a mis caballos, y los apresuro, Me falta el aire, bebo el viento, trago la niebla, Siento un éxtasis fatal: ¡Que es el final! ¡Que es el final! ¡Más despacio, mis caballos, más despacio! ¡No se sometan al látigo! Pero qué caballos caprichosos tengo: Y no tuve el tiempo de vivir, ni de terminar mi canción. Daré de beber a mis caballos, Terminaré el verso Por un momento más Me pararé a la orilla! Desapareceré, como una pluma llevada por el huracán, Y el trineo me arrastrará a galope por la nieve al amanecer. ¡Vayan a un paso lento, caballos! ¡Solo un poco, prolonguen el camino hacia mi última morada! ¡Un poco más lentos, caballos, un poco más lentos! ¡No se sometan al látigo ni a los golpes! Pero qué caballos más caprichosos tengo: Y no tuve el tiempo de vivir, ni de terminar mi canción. Daré de beber a mis caballos, Terminaré el verso Sólo un poco más Me quedaré a la orilla! Llegamos a tiempo: no hay demora cuando visitas a Dios; Pero, ¿por qué los ángeles cantan con voz molesta? ¿O es la campana que no deja de sollozar? ¿O les estoy gritando a mis caballos que no tiren tan rápido el trineo? ¡Un poco más lento, caballos, un poco más lento! ¡Les ruego que no vuelen, al galope! Pero qué caballos más caprichosos tengo... Y no tuve el tiempo de vivir, ni de terminar de cantar. Daré de beber a mis caballos, Terminaré el verso Sólo un poco más Me quedaré a la orilla!
© José Ramírez. Traducción, 2021