No te compartimos, no te dimos caricias y que te amamos es algo ya del pasado. Tu clara imagen, Valia, la llevo en el alma, pero Liosha se la tatuó en el pecho. Aquel día, al despedirnos en la estación, prometí recordarte hasta la tumba, y dije: Nunca en mi vida olvidaré a Valia. Y mucho más la recordaré yo, dijo Liosha. Ahora decide: a cuál de losa dos con tu imagen la va peor, le es más difícil vivir: descifra el asunto: él tiene tu perfil por fuera y yo lo tengo por dentro. Cuando me entran ganas de vomitar como si estuviera en el cadalso, que no te ofendan mis palabras, le pido a Liosha quitarse la camisa y paso las horas y las horas mirándote. No hace mucho, un compañero mío, un buen amigo, con el arte quiso acabar con mi infortunio: cogió tu perfil del pecho de Liosha dibujándolo a pinchazos en el mío. Lo sé, no es agradable rebajar a nuestros amigos, pero tú eres más mía y más entrañable porque mi tatuaje, más exactamente, tu tatuaje es mejor y más hermoso que el suyo.
© Juan Lius Hernández Milían. Traducción, 2010