En las fosas comunes no ponen cruces y junto a ellas las viudas no sollozan, alguien trae ramos de flores y encienden el fuego eterno. Aquí antes se encabritaba la tierra, mas, ahora, la cubren losas de granito; aquí ningún destino es el destino de alguien, aquí todos los destinos son un único destino. Y en el fuego eterno ves un tanque, explotando en llamas y ves arder las chozas rusas y al Smolensk ardiendo y el Rekhstag ardiendo, y el corazón de un soldado ardiendo. Junto a las fosas comunes no hay viudas llorosas: los que vienen aquí son gente dura. En las fosas comunes no ponen cruces, pero, ¿acaso por eso duelen menos?
© Juan Lius Hernández Milían. Traducción, 2010