Gracias, amigos que me escriben, a todos los que no he podido contestar, trabajadores, uzbecos, estudiantes, a todos los que me han esterito: ¡Dios los guarde! Dios dos vidas les conceda a un buen amigo y lucidez y todo el bien del mundo. Ustedes que el polvo cien veces quitaron de mis cintas, descifrando silaba por sílaba mi voz ronca, amigos que me escuchan, que Dios les conceda manos fuertes y fortuna y buena suerte. Me escriben: "Tu voz es desafinada, O desgarrada, o ronca, o apagada" y la gente de las casas comunales me ruegan: "¡Volodia, no cantes misas de difuntos!" Pero, ¿qué puedo hacer? En verdad canto mal, otros cantan bien, yo canto las palabras con voz ronca, muchas de las cintas mías defectuosas me perjudican más que las habladurías. Y me preguntan: "¿No has caído preso?" No, no he caído, ¡no combatí ni un día! Gracias, amigos que me escriben, por haberme comprendido erróneamente. Dios dos vidas les conceda a un buen amigo y lucidez y todo el bien del mundo. Amigos míos - ¡siento no sean compañeros de armas míos! - del mar, de los talleres y el arado, gracias por los versos viperinos y desafortunados que me escriben. Leo: "Estás pasado de moda, ¡vete, fuera de aquí Satán de los demonios! ¡Qué estupidez que por años te pongan por los cielos, yo ni por un mes te pondría!". Y en otra carta: "¡El vodka te va a matar!" Sí, verdad: me mató, pero resucité. "¿Cuánto a usted le pagan, a pesar de todo? ¡Tres rublos por canción! ¡Es todo un caso!" Y en las carias del más alto estilo, dicen: "Váyase al Támesis o al Nilo". Gracias, buena gente, gracias, por no escatimar en mi noches y tinta. Dios dos vidas les conceda a un buen amigo y lucidez y todo el bien del mundo. Solo que en el Támesis ya estuve y junto al Sena me senté solemne como un perro. No digo groserías, pero siempre respondo lo mismo y ninguna carta leo hasta el final. Y sus elogios y cumplidos me alientan y no me quejo. Gracias a sus palabras, amigos que me escriben, el camino es más recto y seguros los rieles. Sargentos, marinos, intelectuales, perdonen no les responda a cada uno. Es que, amigos que me escriben, hace diez años les escribo por las noches.
© Juan Lius Hernández Milían. Traducción, 2010