Rojo, verde,
lila, amarillo:
¡lo más bonito para tus redondeces!
Y si es barato,
siempre nuevo y graciosillo,
pero sólo me das vodka, y coñac a veces.
¡Hembra insaciable
y desvergonzada!
Te pregunté: «¿Amor, contenta estarás?».
Me respondiste, bien bebida,
bien comida, mal pegada:
«¡Toma tu vodka y dame más!».
Gasté un quintal en ti,
mala serpiente,
billetes gordos y oro empeñado.
Pero hace poco,
nos trincaron los agentes,
y se esfumó el mundo encantado.
Malditas sean -
¡Santo Cielo! - tus promesas,
de esperarme durante años largos.
¡Maldigo a tu madre,
ya no me interesas!
¡Ahora vive como quieras, yo me largo!
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