No nos hacen falta intrigas ni argumentos:
ya lo sabemos todo, no se nos da tan mal.
Y como uno de los libros más completos
propongo siempre nuestro Código Penal.
Si ansioso o insomne paso la noche entera,
tengo resaca y estoy fatal,
abro del Código una página cualquiera
y leo, ávido, hasta el final.
A mis compadres les encanta el saqueo,
yo no les di consejos ni una sola vez,
pero abro una página y leo:
tres años como mínimo y como mucho diez.
Fijaos bien en estas líneas sencillas,
no tienen nada que envidiar a las novelas:
barracas largas cual condenas infinitas,
engaños, broncas, naipes y peleas...
¡Sin ver esos renglones qué bien me senririaj
Detrás de cada uno hay un alma.
Y las leyes suaves me dan alegría:
¡me hacen pensar que alguien se salva!
Y como un ave malherida mi corazón se queja
cuando le echo un vistazo a mi sentencia.
La sangre bate en la sien y entre las cejas,
como la pasma cuando carga con violencia.
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