No nos hacen falta intrigas ni argumentos: ya lo sabemos todo, no se nos da tan mal. Y como uno de los libros más completos propongo siempre nuestro Código Penal. Si ansioso o insomne paso la noche entera, tengo resaca y estoy fatal, abro del Código una página cualquiera y leo, ávido, hasta el final. A mis compadres les encanta el saqueo, yo no les di consejos ni una sola vez, pero abro una página y leo: tres años como mínimo y como mucho diez. Fijaos bien en estas líneas sencillas, no tienen nada que envidiar a las novelas: barracas largas cual condenas infinitas, engaños, broncas, naipes y peleas... ¡Sin ver esos renglones qué bien me senririaj Detrás de cada uno hay un alma. Y las leyes suaves me dan alegría: ¡me hacen pensar que alguien se salva! Y como un ave malherida mi corazón se queja cuando le echo un vistazo a mi sentencia. La sangre bate en la sien y entre las cejas, como la pasma cuando carga con violencia.
© Oleg Shatrov. Traducción, 2012