En pedazos
estalló la corona,
no hay patria, no queda trono.
Rusia, sus leyes, su vida,
¡todo al diablo se ha ido!
Y nosotros,
metidos en la guarida,
cual ladrones sorprendidos,
mitad en sangre, mitad en deshonra,
hundidos.
Y nosotros
no entendemos, ¡qué diablos!,
con quién rompemos, con quién nos quedamos,
quién está con nosotros, de quién huir,
cuál es el camino, adonde ir...
¡Dime tú!
¿Qué es honor? ¿Qué es honra? ¿Qué es espíritu?
¿Quién es el nuestro y quién es el rival?
¿Cómo hemos llegado a eso?
¡¿Acaso Rusia
nos da igual?!
¡Vergüenza le tiene que dar
al que prefiere la paz,
al que puede dudar
si es o no es capaz
de matar!
¡Alarma!
Aulla, brama,
o como un halcón que avista el manjar,
llama a los cuervos
a festejar.
¡Ey, escuchad!
¿Dónde está vuestra firmeza?
¿Dónde quedó la dignidad?
¡Descansar hoy día es bajeza!
Una mano fuerte aprieta el gatillo.
¡Ya basta! ¡Todo se acabó!
Se abatió, se destrozó también.
Os queda lo sencillo:
dispararle al enemigo
o en vuestra propia sien.
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