Si fuera yo tan rico como el rey del mar,
solo tendrías que gritarme: «¡Agarra el señuelo!»
¡Todo mi mundo subacuático y el superficial
sin mucha dilación te lo entrego!
Para ella, una casa de cristal en la montaña alta,
y yo, como un perro, viviría encadenado.
¡Mis manantiales de plata!
¡Mi sueño dorado!
Si fuera pobre yo como un ratón de sacristía
y sin tener donde caerme muerto,
diría: «¡Ayúdame, dios mío,
no me abandones, no me lo merezco!»
Para ella, una casa de cristal en la montaña alta,
y yo, como un perro, viviría encadenado.
¡Mis manantiales de plata!
¡Mi sueño dorado!
No me atrevo a compararte con cualquiera,
que me aspen, no me asusta nada.
¡Te miro siempre como a Madonna
por el mismo Rafael pintada!
Para ella, una casa de cristal en la montaña alta,
y yo, como un perro, viviría encadenado.
¡Mis manantiales de plata!
¡Mi sueño dorado!
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