Un agüero, luz brillante, y bramo entre sueños: «¡Espérate, espérate, mañana ya veremos!» Pero algo falla al despertar, no siento alegría: o en ayunas empiezo a fumar, o bebo en pleno día.         En las tascas, verde garrafón y manteles limpios: paraíso del mendigo y bufón, para mí, un presidio. En la iglesia, peste y tinieblas, acólitos, inciensos... ¡No, la iglesia no me va, yo no soy de esos! Subo al monte muy deprisa, cauto y prevenido: en el monte hay un aliso, bajo el monte, un guindo. Enredadera en la ladera, consuelo para mí, apostaría lo que fuera... ¡Algo falla aquí!         Sigo el campo por la orilla: sol y sombra, ¡no hay dios! Prado abierto y clavelinas, caminos holgados. Bosque denso sale al paso con brujas y hechiceras, y al final habrá un cadalso con hachas justicieras. Bailotean los jamelgos, perezosos y al compás. Si es extraño el camino, su final, aún más. ¡Ni la iglesia ni el antro me salvan de los males! ¡No, chavales, no me encuentro! ¡Se acabó, chavales!..        
© Oleg Shatrov. Traducción, 2012