Unos creen en Mahoma, en Alá o en Jesús, ni en el Diablo creen otros, por burlarse de la gente. Y qué buena religión han inventado los hindús: si un día la palmamos, eso no es para siempre. Si eras de espíritu abierto, lleno de sueños renacerás; y si vivías como un cerdo, te vuelves un cerdo quizás. Si te miran de reojo, acostúmbrate enseguida: te reencarnarás en un agudo criticón. Y si la muerte de un rival has visto en esta vida, en la siguiente vas a ver mejor que un halcón. Vive tranquilo, sin revuelos, puedes sentirte mucho mejor: tu alma, un día de estos, se trasmutará en un director.                 Hoy barrendero puedes ser, mañana naces capataz, en la otra vida a ministro pueden ascenderte. Si eres un tarugo, a baobab te pasarás y seguirás de baobab hasta la otra muerte. Ser un perico es muy triste, ser víbora no me emociona: si como persona naciste, sigue viviendo como una persona. ¿Quién es quién?, ¿quién era quién?, no se sabe nunca. ¡Y - fíjate - los nada de hoy todo han de ser!1 Este gato cochambroso sería un granuja, y este hombre majo, el perro manso de ayer. Estoy saltando de emoción, conmigo los espíritus: ¡una estupenda religión han inventado los hindús!
1 «Los nada de hoy todo han de ser»: el último verso de la segunda estrofa de La Internacional.

© Oleg Shatrov. Traducción, 2012