Cerrando el trato, grita el gitano:
«Los caballos te dan holgura.
Yo soy yo. Y basta, hermano.
¡Para mí, mi vida es dura!
Aligera, te pido,
porfías vanamente...
A los caballos cuido,
no a la gente.
No consultes al ganado,
huye consejos de gachí...
El potro, te lo juro, no es robado
y es de sangre magrebí».
|