Por el Volga, por el río, caudal infinito,
colmados pasan botes y balandras,
mas no está cansado ni un poquito;
ligero es el lastre, suyas son las barcas.
Cuando bajo por el Volga,
cruzo torrenteras,
a la derecha veo
llanas riberas:
el junco se blande,
en dos se quebranta.
A la derecha, la orilla se expande;
a la izquierda, abrupta, se levanta.
Oyeron canciones más bravas que «Dubínushka»,
las aguas azotadas por las balas enemigas,
y fluía por el Volga nuestra sangre, sangrecita,
espuma fría agarrada a las orillas.
Muchas lágrimas saladas
mezclaron con dulces aguas
las orillas abruptas,
las orillas llanas.
Lloraban, mutiladas
por las espuelas finas,
pero hoy están limadas
por las olas sus heridas.
Algo os está pasando, viejas ciudades,
antiguas murallas, fortalezas encumbradas;
como si los épicos guerreros despertaran
y se alzaran en incontables mesnadas.
Batiendo sus alas,
faenan los barcos,
suben del Caspio las gabarras,
las arrastran sin fatiga,
tensan las sirgas...
Y a leguas largas,
las orillas abruptas,
las orillas llanas.
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