Durante el sitio de Leningrado yo crecí.
No supe entonces de vino ni mujeres.
Los Depósitos Badayev hechos cenizas vi
E hice cola por mi escasa ración de pan.
Valientes ciudadanos,
¿qué hacían ustedes entonces,
Cuando nuestra ciudad ni contar podía sus caídos?
Comían caviar y pan;
yo, en cambio,
Hurtaba restos de cigarrillos.
Los pájaros morían por el mordiente frío.
Para el ladrón no había el menor botín.
Los ángeles de invierno llevaronse a los míos,
Y temí que se acercara también mi propio fin.
Se bahía extendido
el hambre y la desnutrición.
Todos la padecíamos... hasta el procurador.
Las noticias hablaban
de nuestra evacuación
Y también lo decía el radioanunciador.
Tal parecía que el sitio no acabaría jamás,
Pero nuestra nación resultó victoriosa.
Ahora ya podíamos vivir en paz,
Si la milicia voluntaria no decidía otra cosa.
A ustedes, los de la banda,
yo suplico: ¡ciudadanos,
No descansen en mi alma sus asquerosas manos!
El CCUGTU,
he de suponer,
Nuestros actos antipatrióticos ya debe saber1.
|
La milicia voluntaria es un cuerpo policiaco auxiliar cuyos elementos, que no reciben pago alguno, portan bandas de identificación en los brazos y patrullan las calles de las ciudades soviéticas para impedir la comisión de actos delictuosos, como el robo, la ebriedad y los pleitos. Se reclutan trabajadores para dicha tarea por medio de las oficinas locales del CCUGTU (Consejo Central de Uniones Gremiales de Toda la Unión), entidad que también lleva un expediente de trabajo de cada ciudadano (incluyendo sus detenciones y sentencias). Al ladrón de esta balada parece no importarle añadir a su expediente una aprehensión más.
|