Los cielos están tristes en Pekín.
Aquí en Tambov tomamos un café,
Y desde nuestra fábrica en Tambov queremos escribir
A ustedes, que tantos riesgos desean afrontar.
Negáronse a firmar aquel tratado
Y el mundo ha de sufrir... todos los pueblos1.
Hicieron evidente, distorsionando todo,
Que quieren compartir su suerte con De Gaulle.
Atesoramos cada día que pasa.
Mas si a la antigüedad volvemos un segundo,
Dieron ustedes la polvora a este mundo
Y también construyeron la Muralla China.
Sabemos que tienen gente suficiente
Para perder trescientos millones en combate2
Pero sabemos que el propio Camarada Mao
Por Dios, prefiere seguir siendo un ser viviente.
Cuando su dieta era de arroz y agua,
Manifestaban su internacionalismo.
Mientras participaban del pan ruso
Es de dudar que hablaran de revisionismo.
¿Temen ustedes de Bonn una revancha?
¿La amenaza de Washington a temblar los echa?
¿Pero no es cierto que alguien declaró en la ONU
Que estamos listos a enviarlos al infierno?
No necesitan misiles ni bombas.
No alimenten las llamas de la guerra. Deben recordar
Que, si sentimos la necesidad, podemos
Dar a aquéllos un golpe nuclear.
Si sienten comezón por hacer algo bueno,
Tienen mucho que hacer en su propio terreno.
Maten las moscas; exterminen el gorrión fatal;
Y también, por favor, ¡reduzcan su índice natal!
Nuestra forma de vida nosotros podemos decidirla.
Sugerimos a ustedes dejar esos asuntos,
Tal como pide el CC en su carta especial3,
Pues en ello estamos de acuerdo todos juntos.
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