Al ajetreo de las ciudades y los torrentes de coches
regresamos, y de verdad no hay en donde meterse.
Y descendemos con las cimas conquistadas,
quedando en las montañas, quedando en las montañas nuestro corazón.
Así que cesad en vuestras innecesarias disputas.
Yo mismo ya lo he probado todo:
Las mejores montañas tan sólo pueden ser las montañas
en las cuales aún no he estado.
¿Quién querría quedarse solo en la desgracia?
¿Quién querría partir, sin atender la llamada de su corazón?
Pero descendemos con las cimas conquistadas...
como los dioses hicieron al descender a la tierra.
Así que cesad en vuestras innecesarias disputas.
Yo mismo ya lo he probado todo:
Las mejores montañas tan sólo pueden ser las montañas
en las cuales aún no he estado.
Cuántas palabras y esperanzas, cuántas canciones y temas
tendremos de las montañas que nos llamarán a que nos quedemos.
Pero descendemos, unos por un año, otros para siempre,
porque siempre debemos regresar.
Así que cesad en vuestras innecesarias disputas.
Yo mismo ya lo he probado todo:
Las mejores montañas tan sólo pueden ser las montañas
en las cuales nadie ha estado.
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