Otra vez vuelo de Moscú a Odesa, y
de nuevo no dejan salir al avión.
Y aquí viene toda de azul la azafata, como una princesa,
confiable, como toda la aviación civil.
Sobre Murmansk ni está cubierto ni hay nubes,
y ahora mismo se vuela a Asjabad,
están abiertos Kiev, Jarkov, Kishinev,
y Lvov está abierto, ¡pero no necesito ir allí!
Me dijeron: “No tenga esperanza para hoy,
no merece la pena confiar en el cielo”.
Y de nuevo dan retraso en el vuelo a Odesa:
Ahora la pista está congelada.
Y a Leningrado, con los tejados derritiéndose,
¿y por qué no vuelo a Leningrado?
A Tbilisi, donde todo está claro, hace calor,
allí crece el té, ¡pero no necesito ir allí!
Oigo: los de Rostov parten,
¡Pero yo necesito desesperadamente ir a Odesa!
Pero he de ir allí a donde no me dejan
porque retrasan el vuelo.
¡He de ir a donde se amontonan las ventiscas,
donde mañana se esperan nevadas!
Que esté claro y despejado en donde sea,
pues bien, ¡pero no necesito ir allí!
De aquí no parten, y allí no llegan.
Es injusto, estoy triste, pero he aquí
que la azafata nos invita aburridamente al embarque,
accesible, como toda la aviación civil.
Abrieron el rincón más lejano,
en donde no hay atractivo ni recompensa,
abre el puerto cerrado de Vladivostock,
abre París, ¡pero no necesito ir allí!
Vamos a despegar, clarea, ¡ahora levantan las prohibiciones!
La nave se tensa, se escucha el chillido de las turbinas...
Pero yo ya no me creo nada, no me van a coger,
de nuevo surgirán multitud de motivos.
¡He de ir a donde las ventiscas y niebla,
donde mañana se esperan nevadas!
Abren Londres, Delhi, Magadán,
abrieron todo, ¡pero no necesito ir allí!
Tengo razón, quiero llorar, quiero reir, pero de nuevo hay una demora en el vuelo.
Y nos trae de vuelta al pasado
toda esbelta como un Tupolev, esta azafata Miss Odesa,
semejante a toda la aviación civil.
De nuevo dan una demora hasta las ocho,
y los ciudadanos se duermen sumisamente...
¡ya estoy harto de esto, demonios,
volaré a donde se pueda llegar!
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